Corea del Sur se ha convertido
en una de las mayores economías del mundo, ocupando el 2011 el lugar 15° en
términos de PIB y la 26° en el índice de desarrollo humano 2007/2008 hecho por
el PNUD. Estos indicadores, también se relejan en la infraestructura de
transporte, la que esta constituida por una red de carreteras de más de 97 mil
kilómetros; sus líneas de ferrocarril, de propiedad del Estado, tienen 3.129
Km. Su principal puerto es Busan y su aeropuerto Incheon. Corea del Sur es uno
de los mayores constructores de buques del mundo y tiene la sexta flota
mercante por tonelaje.
Sin embargo, la historia de la
infraestructura sur–coreana es bastante nueva en comparación con el resto de los
países y está influenciada por los aspectos políticos y sociales que han
afectado a la nación asiática. Todo esto, hace admirable el modelo coreano,
modelo que le permitió en menos de 60 años, pasar de una precaria
infraestructura básica a ser una de las naciones con más alto desarrollo. Es
por esto que, la infraestructura fue, y es, una de las áreas prioritarias de
inversión para cada gobierno, no solo para velar por la integración nacional,
sino que también para hacer la economía coreana más eficiente y competitiva. El
modelo coreano le da mucha importancia a
la visión de largo plazo, con planes de desarrollo coherentes, públicos y que cuenten
con financiamiento independientemente, tanto de la política como de la misma
economía.
El primer plan nacional de
infraestructura, fue establecido en los 70’s con el fin de orientar la
inversión en regiones con potencialidad exportadora. El plan contempló entre
otras inversiones, la modernización y expansión de las redes de infraestructura
básica y de transporte. La siguiente década, se inicia con el establecimiento
de un segundo plan de infraestructura, también enfocado en el desarrollo
físico, pero esta vez en el fomento de las áreas. Este plan contempló
incentivos fiscales para la relocalización de industrias, políticas de
pavimentación de vías, desarrollo de infraestructura y mejoras en los sistemas
de transporte. Los últimos años del siglo XX, fueron regidos por el tercer plan
de desarrollo, orientado a alcanzar estándares internacionales que permitieran
beneficiarse de la globalización de los mercados, asegurando un equilibrio y
desarrollo subnacional. Para ello, los principales ejes de acción estuvieron
orientados a mejorar la calidad de vida de la población, mediante importantes
inversiones en infraestructura social, reordenamientos territoriales y un
incremento importante en los cantidad y calidad de los servicios de transporte,
principalmente en la red ferroviaria urbana, que en 1993 contaba ya con 298
Kms. de vías.
Este caso, deja ver la
importancia de planes coherentes y sostenibles en el tiempo, que sean políticas
de Estado y sean entonces, independientes de los cambios políticos o
económicos. La experiencia coreana también lleva a la reflexión de que una
política integrada exitosa no se crea de la noche a la mañana, y no puede ser
el resultado de la acción de un sólo período de gobierno.
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